sábado, 23 de noviembre de 2019

Cuerpo roto I: Ratas de Magdalena

El cuerpo roto I
Ratas de Magdalena


¡Déjame contarte terribles secretos que solo son conocidos por las alimañas infernales! ¡Te advierto que la historia que te contaré está basada en hechos verídicos! y pueden... no, ¡te llevarán a la locura! ¡Estás advertido!

 Mi nombre es Alfa Centauri. Soy uno de los guardianes de la tercera puerta del infierno, pero no hablemos de eso.  Me es muy difícil bajar a la mentalidad de los humanos. !Si solo vieras el palacio donde habito, entonces te darías cuenta que tu realidad habitual de buses, basura callejera, edificios de oficinas y demás son una gran nada! Será mejor que te hable de burdeles, borracheras colectivas de personas bebiendo licor y partidos de fútbol de mierda. ¿Eso es lo que te gusta verdad? Sino a lo mejor  prefieres que hable cosas morbosas de las parejas que veo haciendo el amor todas las noches, con su pareja o su amante. Yo habito en la cuarta dimensión. Para mí todo sucede a la vez. No dhay un más allá, ni antes ni después.... ¿ Esto es Demasiado para ti?

Me conviene que me leas. Solo así me regeneraré y entonces... bueno, después de tantos eones, me da igual. Ya luego te hablaré sobre mí. Ahora, lo que tengo para ti es una exquisita historia que te helará la sangre. ¿Has venido por un relato, verdad? Entonces ven, viaja mentalmente conmigo hacia la cuarta dimensión, y déjame mostrarte aquello que llamo: "Ratas de Magdalena"

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Ratas de Magdalena

Mariela había nacido en cuna de oro. Todo había sido comodidades hasta que una cruel y rara enfermedad le quito la vida a su padre. Entonces, con su madre se mudo a casa de su abuela, en el distrito de Magdalena, dejando atrás la mansión en la Planicie. De su nueva residencia al menos disfrutaba de la vista del mar.

Poco a poco se fue acostumbrando al barrio. Sobretodo cuando conoció a Claudia, otra adolescente de su edad que también era lesbiana. Mariela nunca antes había podido disfrutar de su tendencia sexual, así que Claudia fue ¡un despertar!

Pasado el año, estaba feliz en ese distrito, hasta que pasaron los abominables y heréticos sucesos que desencadenaron al caos.

Un día, comprando en el mercado de Magdalena algo negro cruzó frente a ella. Extrañada, se acercó. Descubrió a una rata gorda, del tamaño de un gato, parada en dos patas. Su rostro tenía cierto matiz humanoide.

- Hola linda - le dijo la rata-. ¿Deseas divertirte?

Entonces la rata comenzó a reír histéricamente y se metió en uno de los puestos. Allí estaba sentada una vieja con apariencia de bruja.

- ¿Porqué esa cara de asustada, niña? ¿Te dan miedo las ratitas?- la vieja comenzó a reír.

Entonces,  ¡Mariela se desmayó! La llevaron al hospital... donde no pudieron identificar qué mal tenía. Solo una inexplicable fiebre mediana. La llevaron a casa de su abuela. Se pasaba el día en cama. Cuando dormía tenía raras pesadillas.

Veía en sueños a sacerdotes Paracas, aquellos de cabezas alargadas, con largas túnicas, sosteniendo a ratas enormes, como la que vio en el mercado. Los sacerdotes charlaban con las ratas. Hablaban de teología, filosofía y matemáticas. El sacerdote más viejo y de cabeza alargada más pronunciada, tenía en manos a una rata ciega de un ojo y rojiza. Ambos parecían los de mayor jerarquía en ese lugar.

En otras ocasiones, soñaba que la rata que solo veía por un ojo le recitaba al oído  conjuros y hechizos al sacerdote de mayor jerarquía. Conforme progresaron las semanas, en sueños vio a los sacerdotes de cabeza alargada recitar vociferando los versos, de memoria, lo que generó que se abra un portal interdimensional color violeta. Ellos se metieron por dicho portal con las ratas y desaparecieron.

Tras ese sueño, la fiebre se fue. Mariela se recuperó y retomó su contacto con su querida Claudia. Entonces, se atrevió a contarle los raros sueños a su dulce novia.

- ¡Mary -diminutivo de Mariela-, en ese mercado no hay ratas! Si hay algunas señoras mayores que venden flores, pero te aseguro que no tienen ratas infernales. Y los sueños que tuviste, no sé. Seguro leíste algo de historias del Perú. La fiebre nos hace ver cosas locas. 

Las palabras de Claudia le trajeron tranquilidad. Mariela disfrutaba de estar con su abuela y su mamá. Además, todas las tardes iba a ver el mar. Ahora que ya todo estaba tranquilo, la vida no estaba tan mal. Aunque de repente, las cosas se tornaron bizarras y peor que antes.

Poco a poco la cabeza de Mariela se comenzó a alargar y su cabello a caerse. De lo linda que era, en el lapso de un mes, su cabeza se volvió como la de los de la cultura Paracas. Se miraba aterrada al espejo. Fue al hospital y nadie se explicaba esta rareza.Para salir a la calle, comenzó a cubrir su fálico cráneo con una pañueleta . Claudia ante esta deformidad la rechazó con asco. Ya no eres linda, le dijo.

Decidida a ver qué sucedía fue a investigar al mercado. Nunca volvió a encontrar el puesto de la anciana y la rata impía. Así mismo, algo aún más extraño sucedió. Comenzó a desarrollar la capacidad de leer la mente.

Con su nueva habilidad leyó la psiquis de su abuela y  de su madre. Mariela descubrió que su mamá estuvo poniendo compuestos químicos en la comida de su padre para que enferme. Lo odiaba porque este había perdido toda su  fortuna en malas inversiones, estaba lleno de deudas; ya  no lo quería a su lado. Así mismo, descubrió que la abuela odiaba a Mariela, pues la consideraba un estorbo.

El nuevo estado físico de Mariela la había cambiado psicológicamente. La transformó en inhumana. Tomó un cuchillo. Se quitó la pañueleta de la cabeza y en medio de la noche asesinó a su madre y  a su abuela. De entre las sombras riendo apareció la extraña rata sosteniendo un libro bajo su brazo.

- Muy bien, linda. Muy bien.

La rata abrió el libro y se lo entregó a Mariela.

- Dame tu  dedo.

La rata le dió un pequeño mordisco y apareció una gota de sangre.

- Firma.

Mariela, en trance, firmó con su sangre en el sombrío libro, hecho con piel humana. La rata recitó los versos que ella había escuchado en sueños.

La alimaña riéndo entró al portal junto con ella. Tras desaparecer, del portal salieron decenas de ratas de la misma especie y se comieron la carne de la madre y la abuela. También lamieron la sangre del piso. Quedaron llenas e hicieron siesta sobre los relucientes y relamidos huesos.

Tiempo después, Claudia se arrepintió de haber rechazado a Mariela, pero no la volvió a encontrar. Parece que mudó, pensó. Esto la puso muy triste. Se paró en el malecón a mirar al mar y llorar. Mariela venía de una familia tan linda, ¡cuanto le hubiera gustado ser parte de esta!

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Espero hayas disfrutado de este relato. Mi nombre es Alpha Centauri y  me despido. Cuidado cuando vayas a comprar flores al mercado... tal vez una rata te quiera jugar una broma pesada. ¡Hasta un próximo encuentro!Te estaré esperando en la cuarta dimensión.







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